Las empresas nucleadas en la organización (FISFE), padecen un escenario de tasas elevadas, niveles de inflación que deterioran el poder adquisitivo de la población y encarecen los insumos, caída en los niveles de actividad en la mayoría de los rubros y una baja del consumo en el mercado interno. Las más perjudicadas, en este contexto, son las pequeñas y medianas empresas.
En Santa Fe, de acuerdo a los últimos datos del Instituto de Investigaciones Económicas de FISFE, la producción manufacturera en la provincia presentó en agosto (y por cuarto mes consecutivo) una contracción de -4,2% interanual, acumulando en los ocho primeros meses un retroceso de -1,6% frente a igual período del 2017.
En el territorio santafesino, si bien hay rendimientos dispares según cada nicho, sectores como el carrocero, automotriz, línea blanca, calzado o textil, por citar algunos ejemplos, se vieron en la obligación de toma la dolorosa decisión de suspender personal o adelantar vacaciones. Vale la pena recordar que la capacidad ociosa de las fábricas, a nivel nacional, está en los niveles más elevados de los últimos 15 años.